Tras una temporada regular brillante (67-15) en la que Shaquille O'Neal consiguió el MVP de la temporada y el MVP del All-Star Game, los Lakers llegaban a playoffs más fuertes que nunca en los últimos años. En primera ronda sufrieron para eliminar a Sacramento Kings (3-2), aunque en las Semifinales de Conferencia pudieron relajarse más tras eliminar a Phoenix Suns en cinco partidos. El problema llegaría en las Finales de Conferencia, una serie tanto legendaria como dura para el conjunto californiano.
Los Lakers se asomaron al precipicio en el último y definitivo 7º partido que les enfrentaba a Portland Trail Blazers, quienes llegaban eufóricos después de empatar un adverso 3-1 en la eliminatoria. La machada de los de Oregón parecía gozar de más consistencia y realidad a medida que se avanzaba el partido, tanto, que se marcharon al último periodo con un favorable 71-58 que parecía definitivo. Todo se torno en contra a raíz del enfervorecido espíritu ‘Laker’ que sirvió para endosar un parcial de 15-0 que espantó todo tipo de fantasmas y malos augurios.
Los Angeles se comportaron como su nombre indica y remontaron la mayor desventaja efectuada en el último cuarto en la historia de Playoffs (13, superando el récord que ellos mismos ostentaban desde 1973 (6), compartido con los Warriors (1975) y los Bullets (1979)) para auparse a sus primeras finales desde 1991 tras superar finalmente 89-84 merced a un histórico 31-13 en el último y definitivo cuarto.
Ya entrado el último cuarto, aparte del poderío que ofreció tanto Shaquille como Kobe, se juntaron el hambre no con las ganas de comer, sino de ser comido. Con ello me refiero básicamente a la irrupción de O’Neal en el último período, a la cual se sumó la inoperancia ofensiva de Portland, 5 de 23 en tiro, después de anotar en torno al 50% en el resto de encuentro.
Shaquille O'Neal hizo inútil las dobles y hasta triples defensas que recibió durante el encuentro, anotando 9 puntos en el último cuarto incluyendo un imponente alley-hoop para poner la puntilla (85-79 con 40 segundos por jugar) y erigirse así, como decisivo en la remontada final. Aquel instante repleto de emotividad, con O'Neal corriendo la cancha rebosante de alegría, marcó un punto de inflexión en la leyenda del Threepeat. O'Neal, que hasta el final del tercer cuarto, estaba siendo anulado por la defensa de los Blazers, finalizaría con 18 puntos (8-12 desde la línea) y 9 rebotes, mientras que el otro eje que permitió consumar la hazaña responde el nombre de Kobe Bryant, quien con 25 puntos, 11 rebotes, 7 asistencias y 4 tapones brilló como nunca. Él mismo afirmó que “estos partidos es lo que enmarcan a los campeones” y que "había soñado jugar un séptimo decisivo partido desde que era niño y tener esta oportunidad te hace sentir bien".
Rasheed Wallace, genio y figura de Portland aquella noche anotando 30 puntos, desperdició dos tiros libres cuando su equipo marchaba 81-79 abajo con 1:25 por jugar. Scottie Pippen, que acabó con dobles dígitos (12 puntos – 10 rebotes) sentenció: "Hemos perdido el partido nosotros, los Lakers no han ganado nada y ni mucho menos son el mejor equipo de la liga", no menos razón añadió que "nadie dio un duro por nosotros cuando marchábamos 3-1 en la serie, creo que hemos hecho mucho más de lo que la gente esperaba de nosotros”.Tras salir milagrosamente vivos, los Lakers se enfrentaron ante Indiana Pacers en las Finales de 2000, las primeras desde 1991. El equipo venció en seis partidos, ganando el primer anillo desde el año 1988. O’Neal fue nombrado con su primer MVP de las Finales, logrando su tercer MVP en esta temporada.