El back-to-back de Detroit revolucionó la liga por el estilo de juego que desarrollaban, por la aureola que desprendían, por la idiosincrasia que rodeó a ese equipo al fin y al cabo, que cerró la década con dos anillos. Eran apodados 'Bad Boys' por su juego duro, su contundente defensa, incluso sus métodos, según como se mire, malintencionados que rozaban o superaban lo ilegal.
Según Michael Jordan, principal damnificado de los encuentros frente a los Pistons, "trataron de lesionarle intencionadamente". Fue en enero de 1988 y Jordan afirmó la mala intención que existía principalmente en Rick Mahorn y Adrian Dantley para frenarlo. En aquel choque saltaron chispas hasta el punto de que se formó una buena tangana después de una acción en la que Mahorn cogió del cuello y tiró a Jordan al suelo. Rick Mahorn fue expulsado junto a Charles Oakley, de Chicago.
Y como esto va en función del agresor o damnificado, los Pistons contestaron a las declaraciones de Jordan: "Cuando hace jugadas espectaculares todo el mundo es feliz, pero cuando se trata de pararle, todo es polémica". Dantley, por su parte, declaró que "si piensa que nadie puede tocarle está muy equivocado. Cuando yo era líder de anotación en la liga, cada noche tenía que estar preparado psíquica y físicamente para recibir hostias, muchas veces más graves que las que recibe Jordan".
La cuestión es que Jordan no podía sentir más que impotencia al verse apeado por los pupilos de Chuck Daly una y otra vez desde 1988 hasta 1990. Más allá de su etiqueta de duros, los Pistons eran un fantástico equipo, remozadísimo con una plantilla de altísimo nivel. Destacaban Isiah Thomas y Joe Dumars (también Dantley en los 2 años y medio que estuvo) pero lo que le hacía grande era el colectivo, el equipo en líneas generales. Tan importante era el juego que desarrollaban Isiah o Dumars como la intendencia que aportaban un jovencito Dennis Rodman, Bill Laimbeer, Rick Mahorn, John Salley o los puntos que aportaba el ‘microondas’ Vinnie Johnson o los dos veteranos de guerra Mark Aguirre, que llegó a recoger los anillos, y James 'Buddha' Edwards. Una rotación extensa para mantener siempre un quinteto fresco.
En 1988 los 'bad boys' Detroit se coló en su primera final después de derrotar a los Celtics en las finales de conferencia. Tocaba enfrentarse a Lakers, y Detroit planteó una serie muy dura en la que se llegó a siete partidos. En el sexto Isiah implantó un nuevo con 25 puntos en el último cuarto jugando medio cojo después de lesionarse el tobillo en el tercero. Parecía de otro mundo. Sin embargo, su esfuerzo no dio su fruto y Los Angeles venció 103-102 después de que Abdul-Jabbar anotara dos tiros libres después de una muy discutida falta personal de Laimbeer.
En las dos temporadas siguientes lograrían el back-to-back frente a Los Angeles primer por 4-0, y un año después ante Portland Trail Blazers por 4-1, apabullando y mostrando su dominio durante el final de la década. Joe Dumars e Isiah Thomas fueron los respectivos MVP de las finales.
La púrpura de los Lakers contra el trébol de Boston, resumen de una época inigualable. Los Sixers de Erving & Malone, Dominique Wilkins y los primeros coletazos de Michael Jordan como perfectos padrinos de una generación que se divertía jugando en equipo. La rivalidad Los Angeles-Boston ocupó la década de los ochenta hasta que unos 'macarras' de Detroit derribaron el romántico duelo.
Según Michael Jordan, principal damnificado de los encuentros frente a los Pistons, "trataron de lesionarle intencionadamente". Fue en enero de 1988 y Jordan afirmó la mala intención que existía principalmente en Rick Mahorn y Adrian Dantley para frenarlo. En aquel choque saltaron chispas hasta el punto de que se formó una buena tangana después de una acción en la que Mahorn cogió del cuello y tiró a Jordan al suelo. Rick Mahorn fue expulsado junto a Charles Oakley, de Chicago.
Y como esto va en función del agresor o damnificado, los Pistons contestaron a las declaraciones de Jordan: "Cuando hace jugadas espectaculares todo el mundo es feliz, pero cuando se trata de pararle, todo es polémica". Dantley, por su parte, declaró que "si piensa que nadie puede tocarle está muy equivocado. Cuando yo era líder de anotación en la liga, cada noche tenía que estar preparado psíquica y físicamente para recibir hostias, muchas veces más graves que las que recibe Jordan".
La cuestión es que Jordan no podía sentir más que impotencia al verse apeado por los pupilos de Chuck Daly una y otra vez desde 1988 hasta 1990. Más allá de su etiqueta de duros, los Pistons eran un fantástico equipo, remozadísimo con una plantilla de altísimo nivel. Destacaban Isiah Thomas y Joe Dumars (también Dantley en los 2 años y medio que estuvo) pero lo que le hacía grande era el colectivo, el equipo en líneas generales. Tan importante era el juego que desarrollaban Isiah o Dumars como la intendencia que aportaban un jovencito Dennis Rodman, Bill Laimbeer, Rick Mahorn, John Salley o los puntos que aportaba el ‘microondas’ Vinnie Johnson o los dos veteranos de guerra Mark Aguirre, que llegó a recoger los anillos, y James 'Buddha' Edwards. Una rotación extensa para mantener siempre un quinteto fresco.
En 1988 los 'bad boys' Detroit se coló en su primera final después de derrotar a los Celtics en las finales de conferencia. Tocaba enfrentarse a Lakers, y Detroit planteó una serie muy dura en la que se llegó a siete partidos. En el sexto Isiah implantó un nuevo con 25 puntos en el último cuarto jugando medio cojo después de lesionarse el tobillo en el tercero. Parecía de otro mundo. Sin embargo, su esfuerzo no dio su fruto y Los Angeles venció 103-102 después de que Abdul-Jabbar anotara dos tiros libres después de una muy discutida falta personal de Laimbeer.
En las dos temporadas siguientes lograrían el back-to-back frente a Los Angeles primer por 4-0, y un año después ante Portland Trail Blazers por 4-1, apabullando y mostrando su dominio durante el final de la década. Joe Dumars e Isiah Thomas fueron los respectivos MVP de las finales.
La púrpura de los Lakers contra el trébol de Boston, resumen de una época inigualable. Los Sixers de Erving & Malone, Dominique Wilkins y los primeros coletazos de Michael Jordan como perfectos padrinos de una generación que se divertía jugando en equipo. La rivalidad Los Angeles-Boston ocupó la década de los ochenta hasta que unos 'macarras' de Detroit derribaron el romántico duelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario