A raíz de la siguiente historia, el público presente en cualquier acontecimiento deportivo debiera tomar nota en si realmente existen o no los minutos de la basura. Nunca sabes lo que te va a deparar el destino y por tanto lo más aconsejable es mantenerte expectante hasta el bocinazo / pitido final. Cuando el entrenador de Indiana Pacers, Larry Brown, solicitó ‘time-out’, restaban 18.7 segundos para que se pusiese fin al primer encuentro de las semifinales del Este de 1994 que enfrentaban a los Pacers y a los Knicks en el Madison Square Garden. Muchos de los aficionados marcharon dando por confirmada la victoria, pues NY marchaba 6 arriba (105-99). Nadie, por aquel entonces contó con Reggie Miller y su instinto asesino que le caracteriza en los instantes decisivos. Pero para ser realistas y como comentaba el mismo Brown “nadie, ni yo mismo, confiaba en poder lograr la victoria”. ¿Inspiración divina o verdadero talento?, el caso es que creyentes o no, Miller en una heroica labor, consiguió lo impensable: anotar 8 puntos en 8.9 segundos.
Antes de nada, anotó un triple importante tras volver del tiempo muerto que situó a su equipo a tan solo 3 puntos. Anthony Mason se disponía entonces a sacar de fondo, cuando las divinas manos de Reggie interceptaron una bola con destino a Greg Anthony, como si nada, Miller la clavó y puso las tablas en el marcador en escasos 5.4 segundos ante la atenta mirada incrédula de su ‘amigo’ Spike Lee. Increíble, pero cierto. Uno de los entonces símbolos del equipo, John Starks, fue objeto de falta personal, pero mandó los dos tiros libres al limbo, para después ser Miller “The Killer”, quién gozará de semejante ocasión en la canasta contraria. Indudablemente la muñeca no le tembló lo más mínimo e Indiana se llevaría el partido a casa por obra de su Mesías, Reggie Miller.
La victoria tuvo su repercusión positiva en el global de la eliminatoria, ya que Indiana lograría el pase a semifinales tras desbancar a los Knicks en 7 partidos, 4-3.
Antes de nada, anotó un triple importante tras volver del tiempo muerto que situó a su equipo a tan solo 3 puntos. Anthony Mason se disponía entonces a sacar de fondo, cuando las divinas manos de Reggie interceptaron una bola con destino a Greg Anthony, como si nada, Miller la clavó y puso las tablas en el marcador en escasos 5.4 segundos ante la atenta mirada incrédula de su ‘amigo’ Spike Lee. Increíble, pero cierto. Uno de los entonces símbolos del equipo, John Starks, fue objeto de falta personal, pero mandó los dos tiros libres al limbo, para después ser Miller “The Killer”, quién gozará de semejante ocasión en la canasta contraria. Indudablemente la muñeca no le tembló lo más mínimo e Indiana se llevaría el partido a casa por obra de su Mesías, Reggie Miller.
La victoria tuvo su repercusión positiva en el global de la eliminatoria, ya que Indiana lograría el pase a semifinales tras desbancar a los Knicks en 7 partidos, 4-3.
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